30 noviembre, 2008

Hasta la Navidad.

Mi madre tiene problemas de salud bastante serios de los que tiene que ser operada. Para colmo, aún encima de sufrir lo que está sufriendo, tenemos que soportar y enfrentarnos a la opaca burocracia de la sanidad pública, que nos trata como corderos, sin respeto y con muy poca verguenza. Por ello, y hasta que todo pase (espero que durante Navidad), os mando un saludo y os aviso que el blog va a estar un parado. Ciao.

24 noviembre, 2008

Hipocresía episcopal. Por enésima vez.


Escuchemos el comentario de Antonio Cañizares, arzobispo de Toledo, y después hagamos una serie de consideraciones:



Es cierto. La sociedad está enferma. De individualismo, racismo, machismo, violencia en general, poder (del que forma parte el señor Cañizares y toda la jerarquía eclesiática). Escuchando este tipo de discursos se me ocurre lanzar una pregunta al aire:

1) Dado que la sociedad está enferma, ¿reconoce la Iglesia su responsabilidad en ello, asume que es parte de la enfermedad? Si la respuesta es que la Iglesia no tiene nada que ver, ni forma parte de la enfermedad ética y moral, de principios en definitiva, que sufre la sociedad, me gustaría bajar a lo concreto y plantear una serie de dudas, que tienen que ver con la Iglesia Católica como "referente moral y ético".

2) En una reciente visita del Papa al sur de Italia - zona asolada por la violenta opresión de la mafia - no dijo ni una sola palabra en contra del crimen organizado (el principal problema de seguridad de Italia, país tan católico como el nuestro). Es más, el Vaticano tuvo que decir con posterioridad que el viaje estaba planteado desde un punto de vista espiritual. Ante este comportamiento solo me vienen dos razones que lo justifiquen, y no son muy reconfortantes desde un punto de vista moral y ético: COBARDÍA e INTERÉS (no sé de qué tipo, ¡ejem....!) No sé cual es peor. Supongo que es menos arriesgado meterse con mujeres que han decidido abortar o con homosexuales antes que con la Mafia. Alguien me lo puede explicar. Quizá soy excesivamente desconfiado.
3) ¿Odio a sí mismo? El señor Cañizares olvida que lo que cada cual es lo decide cada uno. No va a ser él quien me diga a mí lo que soy. Las identidades cambian, y lo que a la Conferencia Episcopal le da miedo es que el futuro le depara inexorablemente una pérdida de influencia en la sociedad, que aunque seguirá siendo notable, jamás volverá a ser incontestable, como lo fue en esos años que tenta nostalgia levantan en ciertos sectores de la Iglesia, cuando la mitad del país estaba repartido entre el exilio, la carcel, las fosas comunes y los caminos en busca de un pedazo de pan que llevarse a la boca.
4) Me gustaría que me explicaran también si la Iglesia tiene alguna responsabilidad en cuanto al problema de la violencia de género. No todos lo inmigrantes son musulmanes. La mayoría son cristianos, y de esta mayoría, a su vez son mayoría los católicos. Parte de responsabilidad tendrá la Iglesia Católica en su papel de "referente moral y ético", ¿no?
5) Me gustaría saber porqué la Iglesia Católica permitió que ETA tuviera refugio en las iglesias vascas. Atendiendo a lo que se dice, no entiendo cómo se podía hacer lo contrario. Aunque no soy creyente me sé los Diez Mandamientos de la Santa Madre Iglesia.
6) Todo esto me lleva a cuestionar el papel de la jerarquía catolica como referente y guía ético y moral. Para poder aspirar a ser eso hay que cumplir una regla muy sencilla de explicar:
Decir siempre lo que se piensa
y hacer siempre lo que se dice.


Yo creo, a la vista de los hechos, que la Iglesia católica, y especialmente sus jerarcas, no cumplen con esta sencilla regla.

15 noviembre, 2008

Los vecinos de Lomas de Poleo (México).

Fran Sevilla (magnífico corresponsal de Radio Nacional de España en Latinoamérica) nos ha dado a conocer la lucha de los vecinos de Lomas de Poleo, cerca de Ciudad juarez, en el norte de México. Leed la entrada que ha escrito Fran Sevilla en su blog sobre esta gente y su dificil situación:


La primera vez que oí hablar de Lomas de Poleo fue en Ciudad Juárez, cuando la madre de una adolescente me contó cómo habían encontrado a su hija, medio desnuda, violada, torturada y asesinada, y cuyo cadáver habían arrojado cerca de ese lugar inhóspito y semidesértico. Una víctima más del feminicidio. Lomas de Poleo quedó grabado en mi memoria como un rincón perdido del mundo, arrinconado en una frontera lejana y dura.



Lomas de Poleo vuelve hoy a mi memoria. Allí un grupo de familias lucha contra la injusticia, contra la impunidad y contra el desprecio de los poderosos. Es una de esas historias de gente olvidada, ocultada, abandonada a su suerte que suele ser la suerte que imponen los que no tienen la razón pero si el dinero, el poder y las armas.



Lomas de Poleo es un rincón a 20 minutos de Ciudad Juárez en el que hace tres décadas un grupo de familias pobres y explotadas se instaló en terrenos que supuestamente pertenecían al Estado. No había nada, salvo desierto y silencio. Poco a poco fueron creando un asentamiento medianamente habitable, abriendo caminos, construyendo viviendas, localizando pozos de agua. Desde hace unos años una de las familias más ricas de Ciudad Juárez reclama como propios esos terrenos. La propiedad de la tierra está en litigio, en manos de los tribunales. Pero Justicia y México son dos conceptos a menudo antagónicos.


No existe aún ningún dictamen judicial. Pero la familia que ahora reclama como propio Lomas de Poleo, empresarios de millonarios recursos, inició hace años un hostigamiento al más puro estilo mafioso. Amparada en la aquiescencia, en la complicidad de las autoridades locales, respaldada por un ejército particular, a veces también por el ejército mexicano, esos empresarios acordonaron con alambradas la zona, encerrando a sus habitantes en una especie de campo de concentración, e iniciaron una guerra para expulsar a las familias que viven desde hace más de treinta años en la zona.

Los métodos son muy antiguos: incendian las casas, matan al ganado, amenazan a las familias, impiden sus movimientos, acorralan a los seres humanos como si fueran bestias, peor incluso. Su ejército de sicarios no se detiene ante nada ni ante nadie.Parece evidente que no es ajeno a esta cacería humana el hecho de que en esa zona, en la frontera entre México y Estados Unidos, se haya decidido crear una especie de polo de desarrollo que es lo menos parecido al desarrollo: el territorio de las maquilas, las empresas que se instalan en el lado pobre de la frontera para explotar la mano de obra barata, sabiendo que el único derecho que asiste a las personas es el de guardar silencio o arriesgarse a ser silenciadas.


Es cierto que es un lugar lejano, perdido. Es cierto que es un problema que nos resulta ajeno, distante. Es cierto que no estará presente en la reunión del G-20 en Washington ni parece afectar a la crisis financiera internacional. Pero es cierto también que Lomas de Poleo es uno de esos ejemplos de un mundo injusto y salvaje y que si queremos cambiarlo hay que hacerlo desde abajo, desde esos rincones perdidos en los que se concentra toda la sinrazón y la inhumanidad de quienes imponen un modelo de capitalismo salvaje. Se pueden hacer cosas. Hay iniciativas en marcha, empezando por reclamar a las autoridades mexicanas, últimas responsables de lo que ocurre a sus ciudadanos, que dejen de amparar la impunidad y la injusticia. Basta con teclear “Lomas de Poleo” en cualquier buscador de Internet y apuntarse a esas iniciativas. ¿Nos quedaremos de brazos cruzados, aunque no esté en la agenda del G-20?



11 noviembre, 2008

El nuevo trabajo de Bela Fleck. "Throw Down Your Heart".


Bela Fleck (el mejor interprete de banjo de la actualidad) se ha ido a África a hacer un documental sobre los orígenes de su instrumento, y de gran parte de la música norteamericana. Para saber más visitad la página. En ella oireis algo de la música resultante, y buceando encontrareis el trailer, fotos, etc. Es una muy bonita página. Buen rollo y buena música a cascoporro.

Comunicado de Socialismo ante la victoria de Obama.

7 de noviembre 2008



Nos ponemos en el lugar de los millones de personas que han dado el voto a Obama pensando que a través de estas elecciones y de su novedad, era posible un cambio del mundo y de la situación concreta de las personas. Comprendemos la emoción, el sentido de vértigo por un hito histórico sin precedentes. Por primera vez un afroamericano es presidente de EEUU, un país que cuenta con una sociedad multiétnica desde su fundación. Podemos entender el alivio que ha supuesto dar una discontinuidad al partido de Bush y a él mismo. Esta alegría, esta emoción, esta identificación con la sociedad americana que podemos observar en pueblos lejanos como Kenia, tiene poco que ver con lo que ha defendido Obama en la larga campaña electoral, con sus objetivos y ambiciones. Las ilusiones puestas en este político, representante del país más poderoso de la Tierra, cuyos mandatarios han desatado guerras y sufrimientos por doquier, van más allá del personaje. Este mismo triunfo indica el caos de la época que vivimos y la crisis de gobierno de los poderosos incluso la sorpresa que ha representado el triunfo de Obama para ellos mismos. Sin embargo, es indudable que se ha dado un cambio imprevisto, pero un cambio dentro de los parámetros del sistema y del Estado.



Sin embargo, los millones de personas que en EEUU pero también en el mundo entero se han alegrado de una posibilidad de discontinuidad con el triunfo de Obama tienen que saber que el poder que ha emanado de la sociedad, los 60 millones de personas que han votado a Obama, la conjunción étnica que se ha dado, los datos de la juventud, el porcentaje de votantes, las ilusiones que ha despertado no serán satisfechas. A pesar de ser un afroamericano y el partido contrincante de Bush, Obama representa al poder, más elegante e inteligente, más cosmopolita y culto, pero el poder, no de un pueblo, sino el poder de un sistema en profunda crisis. Muchas
cuestiones podemos discutir a partir de ahora, incluso la confusión que puede darse al considerar a Obama de izquierdas o por otro lado, subestimar la importancia de este cambio. Como Socialismo Libertario nos interesa además comprender más a una sociedad tan vital y compleja como la americana del norte, y entender que las esperanzas desplegadas, sin bien mal canalizadas hacia el Estado, pueden indicarnos una búsqueda común de la libertad, de la paz, de la convivencia y la comunidad, cuestiones que sólo puede conquistarse desde abajo a través de principios éticos de liberación y no confiando nuestra vida, nuestro futuro de convivencia, solidaridad entre los pueblos y paz, a los Estados y gobernantes.






Madrid Tel 91-4616704. Barcelona 665449224. Zaragoza email: slzaragoza@hotmail.com



www.socialismolibertario.org

09 noviembre, 2008

La primera y más antigua democracia del mundo.

Lo ocurrido en Estados Unidos no es algo pequeño o irrelevante. Dejémonos de sectarismos. Ayer, tomando un café con dos compañeros hablábamos sobre el tema. Las esperanzas que este hombre ha despertado no son superficiales. Responden a un anhelo de cambio real, profundo, encauzado en un horizonte restringido a los límites de la democracia. Lo que diferencia las últimas elecciones presidenciales de Estados Unidos es un impulso movilizador por parte de la población sin precedentes, y el hecho de que sesenta años después del inicio de la lucha por lo derechos civiles, un negro ha sido elegido presidente. Es impresionante el vigor y la fortaleza de la primera democracia del mundo, a pesar de sus contradicciones. Muchos en Europa, con esa autosuficiencia tan mediocre y característica de los que llegan tarde a todas las citas, y tratan de convencernos de que fueron los primeros en llegar, intentarán decir que lo ocurrido no va a cambiar nada. No se dan cuenta de lo que ha ocurrido. La democracia, este sistema decadente y opresor, tiene una capacidad para autoajustarse y replantearse como ningún otro sistema la ha tenido. Es un sistema capaz de relacionarse con las sociedades que domina de un modo muy inteligente. Y, siendo sinceros, después de lo que ha ocurrido, ¿hay alguien que pueda seguir considerando que la democracia estadounidense no es la más adelantada del planeta? ¿Alguien se imagina a un nieto de argelinos en el Palacio del Eliseo, a un gitano en la Moncloa, o a un bratánico de origen paquistaní en Downing Street? Los demócratas europeos, sean de izquierdas (entre estos, especialmente aquellos que han reducido su ya de por sí reducidísimo concepto de socialismo a un vulgar antiamericanismo de reminiscencia stalinianas y populachero-chavistas) o derechas han recibido una lección sin precedentes.


Obama es un personaje contradictorio, pero de una gran estatura política e intelectual. Va a ser un revulsivo para la democracia en el corazón del imperio. Esto no quiere decir que vaya a cambiar el mundo. Yo creo que es de ese tipo de personajes que saben ver el futuro incierto de un sistema en crisis, y plantean un cambio para que este siga con vida durante más tiempo, cambiando ciertos aspectos para asegurar esa supervivencia, ampliando las bases sociales - y humanas del mismo -. Es interesante que leamos su discurso del 4 de noviembre como presidente electo. Una lección sobre los mitos fundacionales de la democracia, sobre las raices del sistema, y sobre su capacidad para involucrar a muchos de nuestros semejantes, que anhelan, como nosotros, una vida mejor y un protagonismo en sus vidas. Aunque vuelvan a caer por enésima vez en la frustrante y engañosa esperanza en la democracia. Busquemos juntos, preguntémonos, y preguntemos a los que nos rodean, dejémonos de sectarismos, salgamos al encuentro de la gente normal, y planteemos que las esperanzas las podemos alcanzar nosotros mismos, sin que tengamos que esperar la venida o la elección de un líder político carismático que nos ilusione, por muy capaz, formado y bienintencionado que sea.



Discurso de Barack Obama como Presidente Electo.

4 Noviembre, 2008.

“¡Hola, Chicago!


Si todavía queda alguien por ahí que aún duda de que Estados Unidos es un lugar donde todo es posible, quien todavía se pregunta si el sueño de nuestros fundadores sigue vivo en nuestros tiempos, quien todavía cuestiona la fuerza de nuestra democracia, esta noche es su respuesta.


Es la respuesta dada por las colas que se extendieron alrededor de escuelas e iglesias en un número cómo esta nación jamás ha visto, por las personas que esperaron tres horas y cuatro horas, muchas de ellas por primera vez en sus vidas, porque creían que esta vez tenía que ser distinta, y que sus voces podrían suponer esa diferencia.

Es la respuesta pronunciada por los jóvenes y los ancianos, ricos y pobres, demócratas y republicanos, negros, blancos, hispanos, indígenas, homosexuales, heterosexuales, discapacitados o no discapacitados. Estadounidenses que transmitieron al mundo el mensaje de que nunca hemos sido simplemente una colección de individuos ni una colección de estados rojos y estados azules.


Somos, y siempre seremos, los Estados Unidos de América.

Es la respuesta que condujo a aquellos que durante tanto tiempo han sido aconsejados a ser escépticos y temerosos y dudosos sobre lo que podemos lograr, a poner manos al arco de la Historia y torcerlo una vez más hacia la esperanza en un día mejor.


Ha tardado tiempo en llegar, pero esta noche, debido a lo que hicimos en esta fecha, en estas elecciones, en este momento decisivo, el cambio ha venido a Estados Unidos.
Esta noche, recibí una llamada extraordinariamente cortés del senador McCain. El senador McCain luchó larga y duramente en esta campaña. Y ha luchado aún más larga y duramente por el país que ama. Ha aguantado sacrificios por Estados Unidos que no podemos ni imaginar. Todos nos hemos beneficiado del servicio prestado por este líder valiente y abnegado.

Le felicito; felicito a la gobernadora Palin por todo lo que han logrado. Y estoy deseando colaborar con ellos para renovar la promesa de esa nación durante los próximos meses.


Quiero agradecer a mi socio en este viaje, un hombre que hizo campaña desde el corazón, e hizo de portavoz de los hombres y las mujeres con quienes se crío en las calles de Scranton y con quienes viajaba en tren de vuelta a su casa en Delaware, el vicepresidente electo de los Estados Unidos, Joe Biden.

Y no estaría aquí esta noche sin el respaldo infatigable de mi mejor amiga durante los últimos 16 años, la piedra de nuestra familia, el amor de mi vida, la próxima primera dama de la nación, Michelle Obama. Sasha y Malia, os quiero a las dos más de lo que podéis imaginar. Y os habéis ganado el nuevo cachorro que nos acompañará hasta la nueva Casa Blanca. Y aunque ya no está con nosotros, sé que mi abuela nos está viendo, junto con la familia que hizo de mí lo que soy. Los echo en falta esta noche. Sé que mi deuda para con ellos es incalculable.


A mi hermana Maya, mi hermana Alma, al resto de mis hermanos y hermanas, muchísimas gracias por todo el respaldo que me habéis aportado. Estoy agradecido a todos vosotros. Y a mi director de campaña, David Plouffe, el héroe no reconocido de esta campaña, quien construyó la mejor, la mejor campaña política, creo, en la Historia de los Estados Unidos de América.

A mi estratega en jefe, David Axelrod, quien ha sido un socio mío a cada paso del camino. Al mejor equipo de campaña que se ha compuesto en la historia de la política. Vosotros hicisteis realidad esto, y estoy agradecido para siempre por lo que habéis sacrificado para lograrlo. Pero sobre todo, no olvidaré a quién pertenece de verdad esta victoria. Os pertenece a vosotros. Os pertenece a vosotros.


Nunca parecí el aspirante a este cargo con más posibilidades. No comenzamos con mucho dinero ni con muchos avales. Nuestra campaña no fue ideada en los pasillos de Washington. Se inició en los jardines traseros de Des Moines y en los cuartos de estar de Concord y en los porches de Charleston. Fue construida por los trabajadores y las trabajadoras que recurrieron a los pocos ahorros que tenían para donar a la causa cinco dólares y diez dólares y veinte dólares.

Adquirió fuerza de los jóvenes que rechazaron el mito de la apatía de su generación, que dejaron atrás sus casas y sus familiares para hacer trabajos que les procuraron poco dinero y menos sueño.

Adquirió fuerza de las personas no tan jóvenes que hicieron frente al gélido frío y el ardiente calor para llamar a las puertas de desconocidos y de los millones de estadounidenses que se ofrecieron voluntarios y organizaron y demostraron que, más de dos siglos después, un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo no se ha desvanecido de la Tierra.


Esta es vuestra victoria.

Y sé que no lo hicisteis sólo para ganar unas elecciones. Y sé que no lo hicisteis por mí. Lo hicisteis porque entendéis la magnitud de la tarea que queda por delante. Mientras celebramos esta noche, sabemos que los retos que nos traerá el día de mañana son los mayores de nuestras vidas -dos guerras, un planeta en peligro, la peor crisis financiera desde hace un siglo-.


Mientras estamos aquí esta noche, sabemos que hay estadounidenses valientes que se despiertan en los desiertos de Irak y las montañas de Afganistán para jugarse la vida por nosotros.

Hay madres y padres que se quedarán desvelados en la cama después de que los niños se hayan dormido y se preguntarán cómo pagarán la hipoteca o las facturas médicas o ahorrar lo suficiente para la educación universitaria de sus hijos.


Hay nueva energía por aprovechar, nuevos puestos de trabajo por crear, nuevas escuelas por construir, y amenazas por contestar, alianzas por reparar.

El camino por delante será largo. La subida será empinada. Puede que no lleguemos en un año ni en un mandato. Sin embargo, Estados Unidos, nunca he estado tan esperanzado como estoy esta noche de que llegaremos.


Os prometo que, nosotros, como pueblo, llegaremos.

Habrá percances y comienzos en falso. Hay muchos que no estarán de acuerdo con cada decisión o política mía cuando sea presidente. Y sabemos que el gobierno no puede solucionar todos los problemas. Pero siempre seré sincero con vosotros sobre los retos que nos afrontan. Os escucharé, sobre todo cuando discrepamos. Y sobre todo, os pediré que participéis en la labor de reconstruir esta nación, de la única forma en que se ha hecho en Estados Unidos durante 221 años bloque por bloque, ladrillo por ladrillo, mano encallecida sobre mano encallecida.


Lo que comenzó hace 21 meses en pleno invierno no puede terminar en esta noche otoñal.

Esta victoria en sí misma no es el cambio que buscamos. Es sólo la oportunidad para que hagamos ese cambio. Y eso no puede suceder si volvemos a como era antes. No puede suceder sin vosotros, sin un nuevo espíritu de sacrificio. Así que hagamos un llamamiento a un nuevo espíritu del patriotismo, de responsabilidad, en que cada uno echa una mano y trabaja más y se preocupa no sólo de nosotros mismos sino el uno del otro.


Recordemos que, si esta crisis financiera nos ha enseñado algo, es que no puede haber un Wall Street (sector financiero) próspero mientras que Main Street (los comercios de a pie) sufren.

En este país, avanzamos o fracasamos como una sola nación, como un solo pueblo. Resistamos la tentación de recaer en el partidismo y mezquindad e inmadurez que han intoxicado nuestra vida política desde hace tanto tiempo.


Recordemos que fue un hombre de este estado quien llevó por primera vez a la Casa Blanca la bandera del Partido Republicano, un partido fundado sobre los valores de la autosuficiencia y la libertad del individuo y la unidad nacional. Esos son valores que todos compartimos. Y mientras que el Partido Demócrata ha logrado una gran victoria esta noche, lo hacemos con cierta humildad y la decisión de curar las divisiones que han impedido nuestro progreso.

Como dijo Lincoln a una nación mucho más dividida que la nuestra, no somos enemigos sino amigos. Aunque las pasiones los hayan puesto bajo tensión, no deben romper nuestros lazos de afecto. Y a aquellos estadounidenses cuyo respaldo me queda por ganar, puede que no haya obtenido vuestro voto esta noche, pero escucho vuestras voces. Necesito vuestra ayuda. Y seré vuestro presidente, también.


Y a todos aquellos que nos ven esta noche desde más allá de nuestras costas, desde parlamentos y palacios, a aquellos que se juntan alrededor de las radios en los rincones olvidados del mundo, nuestras historias son diversas, pero nuestro destino es compartido, y llega un nuevo amanecer de liderazgo estadounidense.

A aquellos, a aquellos que derrumbarían al mundo: os vamos a vencer. A aquellos que buscan la paz y la seguridad: os apoyamos. Y a aquellos que se preguntan si el faro de Estados Unidos todavía ilumina tan fuertemente: esta noche hemos demostrado una vez más que la fuerza auténtica de nuestra nación procede no del poderío de nuestras armas ni de la magnitud de nuestra riqueza sino del poder duradero de nuestros ideales; la democracia, la libertad, la oportunidad y la esperanza firme.


Allí está la verdadera genialidad de Estados Unidos: que Estados Unidos puede cambiar. Nuestra unión se puede perfeccionar. Lo que ya hemos logrado nos da esperanza con respecto a lo que podemos y tenemos que lograr mañana.

Estas elecciones contaron con muchas primicias y muchas historias que se contarán durante siglos. Pero una que tengo en mente esta noche trata de una mujer que emitió su papeleta en Atlanta. Ella se parece mucho a otros que guardaron cola para hacer oír su voz en estas elecciones, salvo por una cosa: Ann Nixon Cooper tiene 106 años.


Nació sólo una generación después de la esclavitud; en una era en que no había automóviles por las carreteras ni aviones por los cielos; cuando alguien como ella no podía votar por dos razones -porque era mujer y por el color de su piel. Y esta noche, pienso en todo lo que ella ha visto durante su siglo en Estados Unidos- la desolación y la esperanza, la lucha y el progreso; las veces que nos dijeron que no podíamos y la gente que se esforzó por continuar adelante con ese credo estadounidense: Sí podemos. En tiempos en que las voces de las mujeres fueron acalladas y sus esperanzas descartadas, ella sobrevivió para verlas levantarse, expresarse y alargar la mano hacia la papeleta. Sí podemos. Cuando había desesperación y una depresión a lo largo del país, ella vio cómo una nación conquistó el propio miedo con un New Deal, nuevos empleos y un nuevo sentido de propósitos comunes. Sí podemos.

Cuando las bombas cayeron sobre Pearl Harbour y la tiranía amenazó al mundo, ella estaba allí para ser testigo de cómo una generación respondió con grandeza y la democracia fue salvada. Sí podemos. Ella estaba allí cuando los autobuses de Montgomery, las mangueras en Birmingham, en el puente de Selma y un predicador de Atlanta que dijo a un pueblo: “Lo superaremos”. Sí podemos.


Un hombre llegó a la luna, un muro cayó en Berlín y un mundo se interconectó a través de nuestra ciencia e imaginación. Y este año, en estas elecciones, ella tocó una pantalla con el dedo y votó, porque después de 106 años en Estados Unidos, durante los tiempos mejores y las horas más negras, ella sabe cómo Estados Unidos puede cambiar.

Sí podemos.


Estados Unidos, hemos avanzado mucho. Hemos visto mucho. Pero queda mucho más por hacer. Así que, esta noche, preguntémonos -si nuestros hijos viven hasta ver el próximo siglo, si mis hijas tienen tanta suerte como para vivir tanto tiempo como Ann Nixon Cooper, ¿qué cambio verán? ¿Qué progreso habremos hecho?

Esta es nuestra oportunidad de responder a ese llamamiento. Este es nuestro momento.

Estos son nuestros tiempos, para dar empleo a nuestro pueblo y abrir las puertas de la oportunidad para nuestros pequeños; para restaurar la prosperidad y fomentar la causa de la paz; para recuperar el sueño americano y reafirmar esa verdad fundamental, que, de muchos, somos uno; que mientras respiremos tenemos esperanza. Y donde nos encontramos con escepticismo y dudas y aquellos que nos dicen que no podemos, contestaremos con ese credo eterno que resume el espíritu de un pueblo: Sí podemos.


Gracias. Que Dios os bendiga. Y que Dios bendiga a los Estados Unidos de América.”