24 mayo, 2006

Poetas de las fronteras y los mares.

El mundo está lleno de poetas. Los hay de muchos tipos. Un primer tipo de poetas es aquel que considera que la poesía es un mero ejercicio de estilo. Este tipo de poetas no me interesan lo más mínimo porque en el fondo solo persiguen ser atrayentes por una banal pose interesante y pseudointelectualoide. Es decir, que lo hacen para ligar. Luego está el poeta del pueblo, que suele evolucionar con los años y termina aceptando condecoraciones y galardones de aquellos a los que se supone que se enfrentó con su arte a lo largo de su vida. Y algunos incluso llegan a ser ministros. Qué se le va a hacer. Todos tenemos un pequeño ególatra en las entrañas. Luego aparece el poeta político. Sí, es aquel personaje del que todos tenemos un recuerdo de nuestros años de estudiante. Ese tipo encantador en lo personal, pero que cuando comenzaba a hablar de política, evitábamos como si de un saco de estiércol andante se tratara. Este, con perspectiva, resulta enternecedor. Existen muchos más tipos de poetas pero, para recoger toda la variedad faunística de esta subespecie humana, necesitaría extenderme de forma enciclopédica.

Me gusta pensar que todo aquel que persigue un sueño, en el fondo, es un poeta. Y conforme a tal visión, la calidad del poeta está relacionada con la calidad de su sueño. En el mundo que nos ha tocado vivir hay una estirpe de poetas malditos, que por la calidad de sus sueños, pueden ser considerados los más altos representantes de la poesía de comienzos del siglo XXI, a los que se califica de todas las formas imaginables, menos con la que les corresponde. Son los poetas que atraviesan las fronteras sin permiso de las autoridades, los poetas que atraviesan océanos para alcanzar sus sueños. Su poesía es tan arriesgada y de tal calidad, que las fuerzas del mal planifican sofisticados sistemas de censura y represión, creando conceptos perversos como “ciudadanía” o “deber y derecho cívicos”. Muchos poetas de este tipo mueren por la acción de los criminales que solo creen en la acumulación de poder, la mentira y la muerte. Pero lo que estos poderosos no saben es que la gran poesía, la buena poesía, es incontenible.

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