
"Kashmir" es hipnótica y mística, orientalizante, atemporal, turbadora y acogedora a la vez. Es de esas canciones que te definen una época, un modo de ver el mundo, la mentalidad de una persona. Es un temazo universal. Es de ese tipo de obras que tiran al vertedero esas tontas teorías postmodernas, que se quedan cortas ante la vida, porque ni la entienden ni la entenderán jamás, en su autoreferencialidad academicista y pedante. "Kashmir", como tantas obras del rock, les mete un gol por la escuadra a todos los meketrefes que pierden el culo con la imbécil pomposidad de los composición seria, dedicada a encontrar sonoridades nuevas para incluir en sus infumables "obras". Porque de lo que se trata es del concepto del que se parte. Si se parte de la mediocre sabiduría académica se terminan haciendo auténticas basuras repetidas una vez tras otra para ganar concursos de provincias -o internacionales, lo mismo da-. Los músicos de verdad hacen musica que rezuma vida, belleza, melodía, ritmo. No ruido. Muerte a los compositores de música contemporánea. Solo hacen ruido, y ese ruido solo se edita porque lo subvencionan. ¡¡¡Viva el romanticismo!!! ¡¡¡Viva el Rock!!! ¡¡¡Abajo los académicos de la música!!! ¡¡¡Viva la vida!!! ¡¡¡Viva la música!!!
Os dejo con "Kashmir", ocho minutos y medio de placer musical. Dejaos engolfar. Merece la pena escuchar hata el último segundo y dejarse llevar por estos viajeros que fueron Led Zeppelin.
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