31 marzo, 2009

"Todo fluye" de Vasili Grossman.


Iván Grigórievich sale de los campos penitenciarios en 1954. Stalin ha muerto. Treinta años en el gulag. Así arranca esta obra, escrita con la libertad del que piensa que no tiene nada que perder, tan solo la vida, y eso ya no importa, pues le han arrancado el producto de su vida en el que volcó toda su existencia, sus experiencias, sus sentimientos, reflexiones, esperanzas, tristezas y promesas, cuando el régimen de Jruchov confiscó Vida y destino, obra en la que trabajó durante diez años, y que para él adquirió vida propia al dedicarla a su madre. Grossman se sintió siempre culpable por no haber logrado evacuar a su madre de Berdichev después de la invasión alemana en 1941. En una carta escrita en el aniversario de la muerte de su madre escribe:

“He intentado [...] cientos de veces imaginar cómo moriste, cómo caminaste para encontrarte con la muerte. He intentado imaginar a la persona que te mató. Fue la última persona que te vio. Sé que estuviste pensando en mí [...] durante todo este tiempo.” 

Por primera vez en la literatura alguien comparó el régimen estalinista con el hitleriano (lo que todavía hoy sigue siendo tabú en Occidente; ver, si no, la recepción que tuvo el libro Koba el Terrible (2002), de Martin Amis, nada novedoso en cuanto a hallazgos históricos, pero sí en cuanto a la aceptación por un escritor bien pensante occidental de los crímenes de Stalin, equiparable a los de régimen fascista).

Grossman no sólo será recordado por su evocación del sitio de Stalingrado (Vida y destino) y por sus testimonios, periodísticos y de ficción, del holocausto judío. También nos dejó el más vívido testimonio en la literatura mundial de la hambruna en Todo fluye, que incluye el relato de la terrorífica hambruna perpetrada por el Estado sovietico en Ucrania en 1932 y 1933. Anna, la compasiva y atormentada narradora del capítulo, está implicada, como funcionaria menor del partido, en la aplicación de las medidas que provocaron y profundizaron la hambruna. No puedo evitar identificarme con Anna y, lógicamente, también me siento culpable. Grossman no me concede el lujo de la indignación. Todo fluye incluye también un juicio, en el que soy requerido como juez para dictaminar mi veredicto sobre cuatro denunciantes. Los argumentos que Grossman pone en boca de la defensa y de la acusación me provocan un constante cambio de parecer.

Grossman no es todavía ampliamente leído en la Rusia contemporánea. Los nacionalistas no pueden perdonarle una larga meditación, en Todo fluye, sobre “el alma esclava” de Rusia. No es de extrañar. Grossman es un autor que cuetiona a todo aquel que lo lee, porque en su escritura se cuestionaba a sí mismo, y así a la humanidad entera, desde un humanismo tan profundo, tan individual y universal, que desarma. Me hacen gracia las interpretaciones que algunos hacen de la obra de Grossman. Pretenden arrimar el ascua a su sardina diciendo cosas como "el mundo sin Dios, señores, es un infierno. A la vista estaba entonces y lo sigue estando ahora" (Guillermo Urbizu). Yo creo que la tesis de Grossman rebasa una afirmación tan miope. Habla el propio Grossman sobre Anton Chejov:

“Chejov metió a Rusia en nuestras conciencias en toda su vastedad [...] Dijo, dejemos a Dios –y todas esas grandes ideas progresistas– a un lado. Empecemos con el hombre; seamos amables y atentos con el hombre individual, sea un obispo, un campesino, un magnate de la industria, un prisionero en las islas Sajalin o el camarero de un restaurante. Empecemos con respeto, compasión y amor por el individuo o no llegaremos a ninguna parte."

30 marzo, 2009

Domingo 29 de marzo de 2009. Hoy es un gran día. Hoy tienen lugar las manifestaciones-concentraciones en "defensa de la vida", contra el derecho a abortar en condiciones de seguridad para las mujeres que así lo decidan. Yo por su puesto no me plantee ir, a pesar de estar de fiesta, pues mi deber, como malo e indigno pecador, es pecar, para asegurar a todos lo buenos y fieles cristianos su salvación. Dios me ha dado esta misión. Al hilo de este tema del aborto, voy a contaros una anécdota interesante. Conozco una chica de muy buena familia que es una acérrima detractora del aborto. Parece que el espíritu del Concilio de Trento se le apodera, y algo de espuma brota de su habitualmente pintada boca. Esa misma chica que tanto se preocupa por la "muerte" de "niños", y nada de los linces (como debe ser), me dijo dos días atrás "a ver si llaman a la policía para que se lleven al vagabudo del porche porque es que, claro, da miedo y está sucio, y por la noche, cuando volvemos de salir por ahí, pues tenemos que dar un rodeo, ¿sabes?" . Sí que sé, sí. 

PERIODICO Nº 32: Tragedia en las costas españolas. Por la libre circulación de las personas, no al Estado y sus fronteras

EDITORIAL:

La tragedia se ha presentado de nuevo en las playas españolas. A pocos metros de alcanzar la orilla, el cayuco que transportaba a decenas de personas ha volcado arrojándolos al mar. Esta vez la tragedia ha sido más cruel, si cabe, más dura, más dolorosa, porque el mar se ha tragado a muchos pequeños y pequeñas de nuestra especie. Otros se han salvado gracias a la valentía y el altruismo de personas de la playa que han oído los gritos de socorro y se han adentrado en el mar poniendo en peligro su propia vida para salvar a un semejante. Aún así, 25 personas, la mayoría menores, entre ellas una mujer embarazada de 8 meses, han perecido cuando casi había acabado su corajoso y peligroso periplo. Quizá por la dureza de las imágenes, quizá por la dificultad de asimilar el calibre de esta tragedia, el duelo que ha trascendido ha sido por un lado el institucional, que ha consistido en algunos minutos de silencio frente al cabildo canario, y por el otro, los testimonios desgarradores de los supervivientes preguntando por sus pequeños. Pocos más se ha escuchado y apenas dos días ha durado la noticia en la principal prensa y la televisión, además porque es más complicado en este marco, hablar de la expulsión de los supervivientes, trámites que ya se están realizando. Lo cierto es que por primera vez hemos visto morir por alcanzar una tierra de oportunidades, a decenas de pequeños y no ha podido quedar indiferente en la conciencia de la gente.En medio de la crisis económica y del racismo institucional, y desgraciadamente también el popular, el empuje de la vida y por vivir mejor, se enfrenta a todos los obstáculos aunque sea a precios altísimos. El cayuco, una embarcación tremendamente precaria, es el obligado vehículo para los más pobres y los más intrépidos, los más jóvenes y valientes, porque no pueden hacerlo por medio legales, porque las personas no son libres de circular y vivir donde quieran y donde mejor puedan desarrollarse.Esta cuestión es un punto de inflexión respecto a la defensa de las fronteras y del Estado, respecto a las “políticas” de integración y paternalistas, respecto a los gobiernos, como el de Zapatero, experto en la persecución y expulsión de inmigrantes. Es un punto de inflexión además porque habrá más cayucos y pateras, porque es imparable el empuje de la vida, pero no es justo, es inmoral humanamente, permitir que sea a costa de tantos sufrimientos y muertes. Pero además, porque son los estados, sus fronteras y sus gobiernos, los responsables directos e indirectos de estas tragedias. Todos los estados son criminales, su existencia y sus restricciones represivas y opresivas, ocasionan muerte y destrucción, concretamente, experimentado cotidianamente. En las políticas de la inmigración, en los obstáculos que ponen a nuestros semejantes, podemos ver con más nitidez el carácter racista y opresivo de los Estados y gobiernos. La libre circulación de las personas es una reivindicación indispensable, es un derecho además de una consecuencia indispensable de la libertad a la que aspiramos como personas, que choca con la existencia de los Estados y de las lógicas racistas y exclusivas de las naciones. Incluso en esta tragedia podemos encontrar el grito de vida que nos inspira, y reflexionar para reaccionar, concretamente en los lugares donde estemos. Para poner voz a estos pequeños que se han jugado la vida para vivir mejor; reaccionar hablándonos, construyendo juntos agregaciones –como ya se está haciendo en Madrid y Barcelona con los colectivos libertarios antirracistas, una propuesta que surge de la última conferencia de SL – apoyando a aquellas asociaciones más coherentes, como Papers i Drets per a Tothom de Barcelona, por fuera de los Estados y sus lógicas, por fuera del sistema, por un compromiso concreto, humano y no político, que ponga las bases para transformar la vida cotidiana junto a nuestros hermanos y hermanas, en las ciudadelas del sistema.

1 de Marzo de 2009
Anabel Cubero


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25 marzo, 2009

Fuente: El País.com

REPORTAJE 
El enigma universal de Roberto Bolaño
Nuevas obras explotan el éxito planetario del autor chileno, muerto en 2003

LOLA GALÁN - Madrid - 22/03/2009

A Roberto Bolaño no le cambió el éxito. No le llegó a tiempo. Cuando murió, a los 50 años, víctima de una cirrosis hepática, el 15 de julio de 2003, tenía una decena de obras de culto, que le permitían, todo lo más, vivir con holgura de la literatura. Ahora, seis años después de su muerte, su nombre de escritor está en boca de todos. Se reeditan sus libros, se le dedican ensayos y artículos, se adaptan sus novelas para el teatro, se estudian como guiones de posibles filmes. Es el éxito con mayúsculas. Un vendaval que lo ha trastocado todo, aunque a su principal responsable no puede ya afectarle.

Lo que saboreó antes de morir, apreciado por la crítica, consagrado, incluso, como el mejor escritor latinoamericano de su generación, fue una celebridad a escala humana, por decirlo así. Su novela Los detectives salvajes, tejida con los mimbres de su experiencia juvenil en México, había sido la clave de ese ascenso, a partir de 1998, que se tradujo en dos premios importantes, el Herralde y el Rómulo Gallegos. Eso le proporcionó muchos más lectores y una cuenta bancaria saneada, después de una década de penuria económica, y mil oficios de sudaca que diría él.

El éxito con mayúsculas, su inscripción en una liga superior de autores, en la que sólo caben nombres como el de Gabriel García Márquez o Jorge Luis Borges, entre los latinoamericanos, le llegaría con una obra póstuma, 2666. O, mejor dicho, con su edición norteamericana, que llegó a las librerías el año pasado. Una obra monumental, la más ambiciosa y compleja, según los críticos, que le ha abierto las puertas de la celebridad.

Su traductora, Natasha Wimmer, tardó años en verterla al inglés. Preguntada por la dificultad del lenguaje de Bolaño, crecido en México, Wimmer, respondía al magazine del New York Times: "Vivió veintitantos años en España, y se aprecia muy bien la influencia del español castellano, al menos tanto como la del español de México".

Novela del año para la revista Time, ponderada por la archifamosa Oprah Winfrey, 2666 ha sido elegida mejor libro de ficción por el prestigioso Círculo Nacional de Críticos Literarios de Estados Unidos.

Juan Villoro escribe en el prefacio de un libro de entrevistas sobre el autor, publicado en Chile: "Como tantos grandes, Roberto Bolaño corre el albur de convertirse en mito pop". De lo que no hay duda es de que es un fenómeno literario generador de millones de dólares. Una mina de oro susceptible de ser explotada. Porque si el éxito no pudo cambiar a Bolaño, ha cambiado al menos el mundo que rodeó al escritor, nacido el 28 de abril de 1953 en Santiago de Chile, y afincado en España a partir de 1977.

Su legado literario, en manos de su viuda, Carolina López, ha pasado a ser gestionado por el todopoderoso Andrew Wylie, el agente más famoso, y más temido, del panorama literario mundial. Wylie está inventariando el archivo del escritor, en busca de nuevas joyas. De momento, se ha anunciado ya la publicación de un libro, El Tercer Reich, y se habla de otras dos nuevas, Diorama y Los sinsabores del verdadero policía o Asesinos de Sonora.



Su albacea oficioso, el crítico Ignacio Echevarría, amigo íntimo de Bolaño, cree, sin embargo, que las obras en papel, el material que está siendo examinado ahora por la viuda del escritor y por Wylie, "es una parte arqueológica" de su obra. "Nada de lo nuevo que se publique va a sumar al escritor que es ya", dice. Obviamente, no opina lo mismo su viuda, que vive todavía en Blanes, con los dos hijos de la pareja, Lautaro, de 18 años, y Alexandra, de 8. López declina, amablemente, hablar con este periódico. En un correo electrónico explica que necesita preservar la intimidad de sus hijos. No quiere entrar en cuestiones personales. ¿A quién puede importarle que antes de morir Bolaño la pareja estuviera prácticamente separada? Y, sin embargo, interesa. La revista chilena Quépasa dedicó recientemente un reportaje a la "compañera final" del escritor, la catalana Carmen Pérez de Vega.

La vida y la obra de Bolaño apasionan a un público cada vez más amplio, a medida que su obra escala en la lista de superventas. Y sus novelas son fuente de nueva inspiración. El Teatro Lliure presentó el año pasado una versión dramatizada de 2666. Y se habla de una posible adaptación al cine. 2666, un relato dividido en cinco partes, donde se mezcla el humor con la fantasía desbordante, y el inventario pormenorizado de los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez, contiene todos los ingredientes necesarios para interesar al séptimo arte. Si Los detectives salvajes "cambió el paradigma del escritor latinoamericano", según Echevarría, 2666, la novela del mal, ha provocado una verdadera deflagración en la sociedad lectora estadounidense.

Jorge Herralde, director y fundador de Anagrama, la editorial que ha publicado sistemáticamente la obra de Bolaño a partir de 1996, se explica el éxito del autor por un conjunto de factores. "Susan Sontag descubrió Estrella distante, editada por New Direction, en 2004, y no cesó de alabarla. Sontag era una entusiasta de la literatura y una propiciadora de grandes triunfos", dice el editor. "Ahí empezó la onda Bolaño, que con Los detectives... dio un salto enorme, porque fue designada novela del año, y con 2666 llegó al máximo, a la apoteosis, editada por Farrar, Straus & Giroux. La fuerza, la profundidad de Bolaño, su prosa adictiva, y su "mordaz examen del mal", según la crítica estadounidense, "han hecho el resto". La fascinación de Bolaño por la relación entre crimen y arte, su interés por la investigación detectivesca, su curiosidad de forense ante el horror y el mal, ha llevado a los críticos a compararle con Cormac McCarthy.

Pero si ese era el Bolaño escritor, el Bolaño real, nieto de gallego, era, en cambio, una persona tímida, que creía en la bondad del buen escritor. Apasionado lector, devorador de cine y de programas de televisión "siempre mejor la tele que un best seller, solía decir ", cultivador de un cierto talante rebelde. En más de una entrevista, Bolaño recomendaba a sus lectores jóvenes que robaran los libros, sin más.

Sobre sus años en México, adonde la familia se trasladó desde Chile, cuando él apenas tenía 15 años, creó casi una leyenda. Los elementos más vívidos de aquella etapa, han quedado atrapados en Los detectives salvajes, una novela por la que deambula el autor, convertido en Arturo Belano, y su amigo Mario Santiago, transmutado en Ulises Lima. Bolaño reconoció siempre una deuda profunda con México, donde sintió la llamada de la escritura, y se hizo poeta.

Bruno Montané Krebs lo conoció en ese país, en 1974, y se hicieron amigos. Montané aparece en Detectives, convertido en Felipe Müller. "En la obra de Roberto no habrá más de un 30% de material real, el resto es pura invención. Conviene tenerlo en cuenta", dice el poeta chileno, afincado en Barcelona. "A Roberto lo frecuenté en Barcelona. Cuando se trasladó a Blanes [a comienzos de los años ochenta], ya nos veíamos menos. Pero hablábamos mucho por teléfono. Roberto era excelente conversador por teléfono, sobre todo cuando llamaba él".

Herralde y Echevarría le recuerdan como un tipo con gran sentido del humor, muy divertido. Trabajaba en un estudio bastante modesto, en Blanes, en la Costa Brava. En horario nocturno. Con un paquete de cigarrillos a mano e ingiriendo litros de infusiones con miel, "porque no podía beber otra cosa". A Bolaño le inspiraba la música, pero nada de autores clásicos. Solía escuchar rock duro a través de los auriculares.

Roberto Bolaño pertenecía a una generación que creció esperanzada con la revolución cubana y como chileno, vio un horizonte de cambio en el Gobierno de Salvador Allende. En 1973 atravesó América, de México a Santiago, en autobús y en autoestop, mochila al hombro, para contribuir con su granito de arena a aquella revolución pacífica. Pero en Santiago le pilló el golpe de Pinochet y fue detenido. Un encuentro con dos viejos compañeros de estudios convertidos en policías le permitió ser liberado ocho días después. Y regresar a México en avión. Allí reemprendió su carrera y fundó el infrarrealismo. Un experimento de rebeldía literaria, inspirado en el dadaísmo, radicalmente contrario a los grandes escritores institucionales, a los santones del régimen. "Detestábamos a Octavio Paz", declaraba Bolaño en una entrevista a la televisión chilena, en 1999, "pero es un gran poeta, y un ensayista de los más lúcidos".

Aquella etapa le sirvió a Bolaño para construir su propio mito. "La mayor parte de lo que cuenta es verdad, aunque no está claro cuánto tiempo estuvo detenido en Chile", corrobora Montané. Después de todo, Bolaño adoraba a Borges, un maestro de la recreación inventada. Había leído dos veces toda su obra, y casi todos los libros publicados sobre él. Pero distinguía los trucos y las trampas en su personalidad. Adoraba el malditismo de poetas adolescentes como Rimbaud y Lautreamont, pero tenía claro que eran vidas extremas que no quería para su hijo.

De la fauna literaria no tenía buena opinión. "La escritura es un oficio poblado de canallas y de tontos, que no se dan cuenta de lo efímero que es", declara en la misma entrevista de la televisión chilena, realizada en su primer viaje a la patria, tras 25 años de ausencia.

Fue una ocasión perfecta para opinar de todo, especialmente de literatura, y de autores chilenos. Bolaño, que admiraba a Nicanor Parra, fue bastante duro con sus compatriotas. Se despachó a gusto contra algunos de los más destacados. Ya lo había hecho con los autores del famoso boom y, sobre todo, con la larga secuela de los que transitaron esos caminos trillados con enorme fortuna. Sus declaraciones despreciativas no fueron pasadas por alto. "Es curioso que salvo Jorge Edwards y, mucho más tarde, Vargas Llosa, ninguno de los autores del boom haya dicho una palabra de Bolaño", comenta Herralde.

Enrique Vila-Matas, que frecuentó al chileno a partir de 1995, dice que se dio cuenta de la grandeza de Bolaño, "cuando leí Estrella distante y Los detectives salvajes. Junto a Jorge Edwards, presenté este último libro en Barcelona, en 1999, y allí ya expuse por escrito mi percepción de estar ante un genio de la literatura". Por eso no oculta su extrañeza ante otro fenómeno ligado al autor chileno. "Siempre me ha llamado la atención el poco interés que ha despertado Bolaño entre una gran parte de los escritores españoles. Es una indiferencia que hay que encuadrarla dentro de esa falta de interés que sienten normalmente los escritores españoles hacia sus propios colegas, y más aún si son latinoamericanos".

Puede ser. Tampoco Roberto Bolaño se anduvo con muchas diplomacias. Criticó a muchos autores consagrados sin importarle lo más mínimo hacerse enemigos. ¿Qué pensaría ahora de esta consagración global? ¿Cómo juzgaría las nuevas obras que tiene en cartera su agente norteamericano? Seguramente con satisfacción, pensando al fin y al cabo en la seguridad económica de sus hijos.


19 marzo, 2009

El Palacio de la Luna, de Paul Auster.


Marco Stanley Fogg está a las puertas de la edad adulta cuando los astronautas ponen el pie en la luna. Hijo de padre desconocido, fue educado por el excéntrico tío Victor, que tocaba el clarinete en orquestas de mala muerte. En los albores de la era lunar, muerto su tío, Marco va cayendo progresivamente en la indigencia, la soledad y una suerte de tranquila locura de matices dostoievskianos, hasta que la bella Kitty Wu lo rescata. Marco empieza entonces a trabajar para un viejo pintor paralítico y escribe su biografía, que éste quiere legar a su hijo, al que no llegó a conocer. Tras un largo periplo que lo lleva hasta el Oeste y bajo el influjo de la omnipresente luna, Marco descubrirá los misterios de su origen y la identidad de su progenitor.

Editorial ANAGRAMA
ISBN  978-84-339-1454-5
PVP sin IVA  9,13 €
PVP con IVA 9.50 €
Nº de páginas 312
Colección Compactos 
Traducción Maribel De Juan


15 marzo, 2009

Fuente: El País.com
Reportaje
Niña violada, madre excomulgada

El Vaticano en el centro de la polémica por apoyar a la curia de Brasil, que ha expulsado de la Iglesia a los médicos y a la madre de una menor que abortó

FRANCHO BARÓN - Río de Janeiro - 15/03/2009

Muchos se preguntan en Brasil qué diría el fallecido arzobispo de Olinda y Recife, Hélder Câmara, si levantara la cabeza y asistiera a la polémica que mantiene estupefacto a todo el país. Câmara fue un profundo humanista, precursor de los movimientos católicos de base y furibundo activista por la defensa de los derechos civiles y humanos. Se enfrentó a cara de perro al régimen militar que subyugó a Brasil durante 21 años, que lo persiguió y lo acusó de comunista. Su sucesor, José Cardoso Sobrinho, parece no mirarse en su espejo. O, al menos, ésa es la opinión más extendida entre los brasileños después de que el prelado haya anunciado la excomunión de los médicos y la madre de una niña de nueve años violada por su padrastro, que la semana pasada abortó de dos gemelos frutos de la agresión sexual. Según los médicos, su vida corría riesgo si el embarazo continuaba su curso. La ley brasileña también la amparaba para interrumpir la gestación. Pero ninguna de estas razones ablandó al arzobispo, que vio en la decisión de abortar un acto de perversidad moral incompatible con la confesión católica.

La onda expansiva del caso llegó la semana pasada a los pasillos del Vaticano, donde el cardenal Giovanni Battista Re, estrecho colaborador del papa Benedicto XVI y presidente de la Comisión Pontificia para América Latina, declaró al rotativo italiano La Stampa que "el verdadero problema es que los gemelos concebidos eran personas inocentes, que tenían el derecho innegable a la vida. La Iglesia siempre ha defendido el derecho a la vida y debe continuar haciéndolo, sin adaptarse a las modas de cada época o al oportunismo político". De esta manera, la alta curia vaticana cerraba filas en torno al polémico cardenal Cardoso Sobrinho, que pese a todo sigue sin contar con la comprensión de la mayoría de los creyentes brasileños.

La airada reacción de la Iglesia romana fue provocada, en parte, por las declaraciones sin medias tintas del presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva: "Como cristiano y como católico, lamento profundamente que un obispo de la Iglesia católica tenga tal comportamiento conservador. No se puede permitir que una niña violada por su padrastro tenga ese hijo, para empezar porque la vida de esa niña corría riesgo. Creo que en ese aspecto la medicina tiene más razón que la Iglesia". La clave está en que desde el Gobierno de Brasilia se subraya que el aborto en este país es un asunto de salud pública mucho antes que de dogmas religiosos. Miles de mujeres abortan cada año clandestinamente en Brasil, en condiciones infrahumanas, y muchas de ellas no logran salir con vida de las intervenciones.

Un día después de la declaración de Lula, el arzobispo Cardoso Sobrino replicó: "Si el presidente desea hacer un pronunciamiento sobre un asunto teológico, yo le sugeriría que primero pidiese ayuda a sus asesores que sepan de teología, que conozcan la doctrina de la Iglesia católica". El cardenal brasileño, Geraldo Majella Agnelo, tampoco quiso contenerse: "Si el Gobierno no defiende la vida humana desde su concepción, ¿qué va a defender?".

En Brasil, la separación de papeles entre la Iglesia y el Estado está claramente plasmada en el preámbulo de la Constitución de 1988. Pese a la laicidad del Estado, las relaciones de Lula con la religión católica siempre han sido especialmente cordiales por razones que se remontan a su época de líder sindical y militante de la izquierda más recalcitrante. Brasil, como el resto de América Latina, fue en la segunda mitad del siglo XX un semillero de movimientos eclesiásticos de base, entre otros, la teología de la liberación. Durante la dictadura militar, estos movimientos dieron una amplia cobertura a miles de activistas de izquierdas, algunos de los cuales hoy son militantes del Partido de los Trabajadores (PT) de Lula y forman parte del Gobierno. La relación sentimental con la Iglesia viene de lejos, pero en este caso no ha sido suficiente para evitar el choque.

Actualmente, la ley sólo permite abortar en casos de violación o cuando corra riesgo la vida de la madre. Existe un tercer supuesto, aún en vías de aprobación, para los casos de malformación fetal incompatible con la vida. En el caso de la niña de nueve años convergían los dos primeros supuestos. El embarazo, de 15 semanas, era de altísimo riesgo tanto por las dimensiones de los órganos de la niña, aún en fase de crecimiento, como por tratarse de una gestación de gemelos. El padre biológico de la niña quería que los gemelos viesen la luz. La madre se mostró irreductible ante la posibilidad de que el embarazo continuara su curso.